sábado, 24 de abril de 2010

El Obelisco del Bicentenario

Hace varios meses que no actualizamos este blog y debemos dar disculpas por ello, pero el ritmo de los acontecimientos nos deja prácticamente sin manera de escoger y desarrollar un tema.
Esta semana se ha celebrado el Bicentenario de la declaración de la Independencia de Venezuela; el Gobierno Nacional emprendió por ello una campana donde de golpe y porrazo trataron de adecentar la capital en vistas de la visita los amigotes del jefe –que por supuesto no se fueron con las manos vacías- . Dicha campaña incluyó la instalación de un Obelisco de muy dudoso valor arquitectónico -pintado de un furioso color rojo revolución - , la pintura de los brocales de algunas avenidas de un amarillo que no pudo soportar el primer aguacero y un grotesco desfile.
Creemos que Caracas merecía algo mucho más algo tangible y que mejorara un poco sus vidas. Obras como la limpieza del Guaire, la definitiva conversión de La Carlota en un espacio para el disfrute de todos, la ampliación del Parque del Oeste, la nueva autopista Caracas - La Guaira, la finalización del Bus Caracas, un nuevo relleno sanitario que sustituya a La Bonanza, mas vagones para el tren Caracas-Los valles del Tuy, la circunvalación Sur, la terminación de los sistemas de bombeo Tuy 3 y 4, el nuevo cementerio o –sin ir más lejos- darle al Metro el mantenimiento que necesita hubieran sido mejores regalos. Cualquiera de estos proyectos -que han sido anunciados una y otra vez en los últimos 11 anos- hubiera sido mejor que el adefesio rojo que se ha colocado en el centro de la ciudad.
La infraestructura de Caracas se quedó varada en los 80’s mientras que la población ha crecido explosivamente y basta con darse un paseo por el Metro a cualquier hora para constatarlo; no se están haciendo las obras necesarias para garantizar el suministro futuro de agua, gas, electricidad y comunicaciones a la ciudad. Esto es de particular gravedad pues estas obras requieren planeación y tiempo para ejecutarlas –muchas veces años- y eso significa que las carencias que vemos ahora no podrán ser solucionadas en mucho tiempo así que tristemente veremos cómo se harán mas graves y acuciantes. Un ejemplo ilustrará mejor esta idea: Cuánto tiempo cree Ud. que se demorará en construir una vía alterna que despeje las colas de la Francisco Fajardo? O cuánto tiempo se necesita para construir un nuevo embalse que garantice el agua a Caracas? O cuánto tiempo se requiere para limpiar el Guaire?
Pero el problema no es solo la infraestructura. Nuestra capital vive además en un caos permanente, donde solo la ley del más fuerte o la ley del más vivo se respetan ante la mirada impávida y a veces complaciente de las autoridades. Los enjambres de motorizados hacen de las suyas en las autopistas, las drogas se venden abiertamente en todas partes, el cerro el Ávila se ranchifica, los invasores no respetan ningún edificio, las bandas armadas se apoderan de los espacios públicos y la basura se traga todo.
Y por encima de todo está el problema de la inseguridad, el cual no solo nos quita vidas cada día, sino también posibilidades de esparcimiento, de crecimiento económico y de interrelación social pues crea grupos cada vez más cerrados y temerosos los unos de los otros y deja a cientos de familias cada año sumidas en el dolor.
Todo este pandemónium conspira contra la calidad de vida de los caraqueños… pero también contra la economía y contra la salud mental. Una vida marcada por levantarse a las 4 de la mañana para evitar la cola, lidiar con el metro o con la camionetica, el atraco en el jeep, el apagón, el ruleteo hospitalario y la ducha con totuma no es en absoluto el tipo de vida que en pleno siglo XXI los venezolanos merecemos…. O quizás si?
Caracas despide la primera década del siglo XXI –y primera década del gobierno de Hugo Chávez- aquejada de los problemas más diversos – y sin un esfuerzo serio para resolver ninguno de ellos –y lo que es todavía peor en nuestra opinión- con una población que se conforma con vivir en el permanente desastre y el operativo peremne y que parece incapaz de generar una presión ciudadana exigiendo la solución de estos problemas.